Un día Lucía se dio cuenta de que Kitty no estaba en la casa y salió a buscarla.
Volvió por la noche y entonces, como por arte de magia, apareció Kitty delante de sus narices.
A la mañana siguiente Kitty le habló y le dijo:
- ¡Hola Lucía!
Lucía estaba alucinada: ¿puedes hablar?
- ¡Claro que sí!- le respondió Kitty - soy un gatito mágico y puedo hablar, hacerme invisible y muchas otras cosas más, por eso ayer no me viste mientras corría delante de ti.
Desde aquel día, Kitty acompaña a Lucía, le chiva las respuestas de los exámenes y le pega un susto de muerte a quien persigue o intenta pegar a Lucía.

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